domingo, 30 de junio de 2013

Primeras horas.

Aquí estas, pequeña princesa, haciendo el piel con piel con tu padre, yo no pude tener ese placer porque enseguida me bajaron a la sala para esperar que se me pasara el efecto de la anestesia. Tu padre tenía mucho miedo a este momento, por si se ponía a sudar como un cerdito, que suele hacerlo cuando se pone nervioso, pero según me dijo luego, disfrutó el momento.


Mirate,que cosilla más pequeña, te juro que ahora intento recordar como eras y me parece imposible que fueras así de chiquitilla, y pienso¿Y yo fui capaz de cuidar a esta cosita? Me parece mentira.

Tu primera foto con las abuelas, y tu primer bibe, dado también por tu papi, yo seguía abajo y ya no podía más, quería estar contigo, contemplarte más tranquilamente, que sólo te había visto un segundo y no podía creer que estuvieras aquí. Cuando pensaba que en la habitación estarían todos, disfrutando de ti y yo me lo estaba perdiendo....Uff, y no me equivoqué, cuando digo todos es todos, cuando llegué me esperaban en el pasillo y casi lo llenaban, me dio por llorar, por fin estaba con los mios, por fin iba a verte.
Y por fin pude verte, y tenerte, aunque tuve que esperar al día siguiente a darte el bibe, porque no podía ponerme de pie todavía. Al día siguiente lo hice, por mucho que me doliera, yo quería ejercer ya de mami.

Tu nombre en la cuna.

Y tu primera foto vestida de calle, como a ti te dieron el alta pero a mi no, pudimos cambiarte esa ropa horrorosa del hospital, para ellos era como si estuvieras de visita, es más, tuvimos que recordarles que tenían que darnos bibes para ti. La abuela Juana te quería llevar para casa ya, pero como que no, y cuando fuimos para allá al día siguiente la llegada no fue como la esperaba yo, las hormonas, el miedo y el agotamiento hicieron que tu mama tuviera una llegada a casa bañada en lágrimas, pero esa es otra historia.

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